Trofeo Caza y Conservación
VOLVER AL EQUILIBRIO
Centrémonos en un gran espacio natural dentro de nuestro mundo, una zona privilegiada donde la mayoría de los terrenos son públicos, de los ayuntamientos, y donde estos intentan que sus habitantes, muchos de ellos jubilados, paguen lo menos posible por los servicios municipales… aguas, basuras, alcantarillados, etc., que los consistorios logran abaratar gracias a los ingresos procedentes de los montes públicos arrendamientos por resina, madera, ubicación de colmenas, pastos para ganadería y caza. Pero, en cuanto aparecen los lobos intocables, comenzamos a enredar el ovillo, los lobos espantan los animales de las cacerías y aparecen perros de caza devorados, matan ganado, tumban colmenas… y eso comienza a poner números negativos en la cuenta del municipio. Los lobos comienzan a dar problemas, se convierten en un coste que nadie asume y los ganaderos tienen que estar más encima de los animales. Diez o doce mastines, que comen más que una vaca, se unen a los gastos. Una indemnización por una vaca no paga los siguientes cinco terneros que podría parir. Una hembra malparida por el estrés de los ataques no se indemniza. Un ternero desaparecido tampoco se cobra. Y, como el lobo se acaba politizando, siempre se ponen en duda los daños, siempre aparece alguien que habla de perros errantes o asilvestrados. Total: el desastre. Los precios de pastos, de aprovechamientos y de la caza bajan por la falta de ofertas y los pueblos se resienten, todo por una «idea feliz» de alguien que solamente vive para que le voten. Cuando el lobo se convierte en una especie cinegética, la cosa cambia, porque se convierte en una oportunidad de desarrollo rural, en riqueza: las administraciones reciben más dinero por su caza, los cazadores consumen más recursos de la zona, los ganaderos se convierten en guardas porque se sienten protegidos y observan las manadas e, incluso, llegan a trabajar de guías para el control del cánido. Aunque no se quiera reconocer, la situación cambia totalmente porque se controlan los daños, se ingresa dinero y se canalizan los sentimientos. La gestión del lobo es un avance dentro de la sociedad moderna, es un recurso más del campo. Controlando sus poblaciones –que no eliminándolas– se consigue avanzar con una conservación real y madura. Esa es la realidad, no lo de la «violación» de las gallinas o la «explotación» de las ubres de las vacas... Por eso el mundo rural aplaude la decisión del Congreso de rebajar el nivel de protección del lobo en España, permitiendo que se vuelva a controlar cinegéticamente en el norte del Duero, y sentando las bases para que, en un futuro, quizá también al sur. No queremos terminar este editorial sin dedicar unas palabras de ánimo a nuestro querido Tony Sánchez Ariño por el fallecimiento de su hijo Carlos. Desde estas páginas, que tantas veces han recogido sus aventuras y vivencias, queremos sumarnos al dolor de Tony y su familia en estos momentos tan difíciles. Seguir leyendo
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